jueves, 16 de junio de 2011

Autocontrol (1ª parte).-


Autocontrol

“El que se domina a sí mismo irradia de todo su ser tal ascendiente que sin esfuerzo, disipa las dudas de quienes están a su alrededor” (O.S. Marden).
“Control significa ser el amo de tu propio destino, ser la única persona que decide cómo va a vivir, a reaccionar y a sentir en todas las situaciones que la vida presenta (W. Dyer).
“Cuenta hasta diez antes de hablar, si estás disgustado. Y hasta cien, si estás colérico” (Jefferson).
“Más difícil es vencernos a nosotros mismos que a nuestros enemigos” (Séneca).
“El porvenir de un hombre no está en las estrellas, sino en us voluntad y en el dominio de sí mismo” (W. Shakespeare).
“Una de las cosas más bellas de la vida es que nadie puede intentar ayudar a los demás sinceramente, sin ayudarse también a sí mismo” (Emerson).
“Un adulto controlado, organizado, correcto y entregado a su trabajo, debería ser capaz también de desinhibirse, bromear y ser como un niño pequeño cuando las circuntancias lo permiten (W. Dyer).

Hacerse a sí mismo es un valor que va tomando forma en el ser humano, a medida que crece en edad y en inteligencia y se va haciendo más autónomo, más responsable y maduro. Para llevar las riendas de la propia existencia, sortear los obstáculos que surgen a cada paso, saber frenar y acelerar en el momento oportuno, conducir a velocidad prudencial, con firmeza y mesura, sin peligro para los demás, por las autopistas del mundo de hoy, la delicada máquina de nuestra persona, de nuestro yo, exige un elevado índice de AUTOCONTROL, al que sólo es posible acceder por dos vías obligadas: la del conocimiento de nosotros mismos y la del dominio y control responsable de nuestros actos.
El conocimiento de uno mismo es tarea de siempre y de todas las edades, ya que nunca termina, pero nos mantiene activos, mirando hacia nuestro interior en la alentadora autocrítica que permite calibrar el potencial de nuestras posibilidades para superar las dificultades y lograr una mayor eficacia, actuando con optimismo y con renovada confianza.
El conocimiento de nosotros mismos, sin dejar de ser realista y objetivo, ha de permitirnos localizar la atención en nuestras cualidades más relevantes, aquellas que nos permitan sentar las bases de una autoestima que nos impulse a la acción y realización de nuestros mejores deseos, de nuestros ideales. Un obstáculo que fácilmente puede surgir al mirar hacia dentro de nosotros mismos con ojos de sincera autocrítica, con justicia y sin presunción es que caigamos en la autocompasión y el desánimo al ver nuestras carencias y limitaciones y la distancia a que nos encontramos de nuestros ideales y objetivos.
Pero es precisamente la toma de conciencia de lo que somos y de nuestras más preciadas y relevantes aptitudes lo que potenciará nuestro esfuerzo y disposición para la lucha, alentándonos a apuntar bien alto en la dirección segura de lo que debemos ser. El conocimiento de nosotros mismos nos permitirá averiguar lo que podemos llegar a ser sin perder la referencia y la guía de lo que debemos ser, de nuestros ideales.

 Autoanálisis para el conocimiento de uno mismo

Hemos de saber explorar nuestras posibilidades y formularnos preguntas que nos lleven a la reflexión, pero una reflexión activa y dinámica que nos sirva de acicate para mantener un esfuerzo bien orientado, perseverante y entusiasta para el perfeccionamiento de nosotros mismos y de las obras que emprendamos.

Preguntas para el autoanálisis

  1. ¿Cuáles son los ideales que conforman mi deber ser; mi guía interior; mi cuadro de referencia, interno, por los que merece la pena luchar durante mi existencia?
  2. ¿En qué medida me esfuerzo por alcanzar esos ideales y pongo constancia y tesón, sin dejarme arrastrar por el desaliento?
  3. ¿Qué estoy haciendo ahora y qué pienso hacer en adelante para aumentar el potencial de mis autocontrol aptitudes y conocimientos de manera integral?
  4. ¿Soy consciente de que únicamente yo soy el responsable de mis éxitos y de mis fracasos y de que la única actitud inteligente y práctica es amueblar la mente con pensamientos positivos y sembrar en el corazón y en la voluntad esperanza y confianza, incluso cuando parezca todo perdido?
  5. ¿Ejerzo verdadero control y dominio sobre mis palabras y mis actos?
  6. ¿He descubierto ya mis cualidades negativas, mis limitaciones, carencias y defectos? Las pondré por escrito. Sacarlas a la luz es ya el comienzo de la victoria.
  7. ¿Una vez detectadas, aisladas y controladas esas cualidades negativas, ¿las analizo con calma, seguridad y confianza y establezco un plan de acción para convertirlas en positivas y servirme de su potencial, canalizándolas de la manera más razonable para que no se conviertan en un obstáculo en mi vida?
  8. ¿He llegado ya a la firme convicción de que la autocompasión, el derrotismo, el hacer de todo un drama y culpar a los otros de mis carencias y errores son la prueba más evidente de inmadurez y de ineficacia y el camino seguro hacia el fracaso y la neurosis?

 

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