viernes, 25 de marzo de 2011

La Amabilidad







Amabilidad

"Cada uno de vosotros procure dar gusto a su prójimo en lo que es bueno y puede edificarle" (San Pablo).
"Hijo mío, tus beneficios no los acompañes de reproches, ni tus obsequios de palabras amargas. Una buena palabra es mejor que un obsequio, pero el hombre benéfico une la una al otro" (Eclesiástico 18, 15-17).
"No te canses de plantar dulzura. Si plantas rosales, cosecharás rosas"
"El secreto para estar a bien con todos es amoldar nuestro carácter al de los demás"
"Si quieres ser amado, ama" (Séneca).
"El que es amable no sólo ama a los demás, sino que les hace sentir que son amados"
"No te enfades: ¿Por qué has de enfadarte si enfadándote ofendes a Dios, molestas al prójimo, pasas tu mismo un mal rato...y te has de desenfadar al fin?”
"Seamos tan amables que todos se sientan un poco más felices a nuestro lado. Tan humildes que (como la escoba en la cocina después de hacer el bien) nos escondamos en el cuarto de los trastos"
"No corrijas con enojo o aspereza, porque el que airado reprende, más daño hace que provecho"
"Nuestro tiempo de estancia en la tierra es sólo para aprender a amar"
"La amabilidad es hacer lo que más conviene a otra persona según lo que necesita en ese momento" (Tony de Mello). 
"Podemos pagar un préstamo de oro, pero siempre estaremos en deuda con los que han sido amables con nosotros" (Proverbio malayo).
        Quien no sepa sonreír que no abra un negocio de cara al público (Proverbio chino) 
        Se consigue más con una cuchara de miel que con un barril de vinagre (Proverbio Oriental).

Amabilidad se define como “calidad de amable”, y una persona amable es aquella que “por su actitud afable, complaciente y afectuosa es digna de ser amada”.
La amabilidad es la manera más sencilla, delicada y tierna de hacer realidad un amor maduro y universal, libre de exclusivismos. Ese amor que dice “te necesito porque te amo” y no “te amo porque te necesito”. Es entonces cuando la amabilidad se conviete en una constante, porque el comportarse de manera complaciente y afecutosa con los demás, sentir su felicidad es lo mismo que sentir la propia dicha y alegría compartida.
La amabilidad es un claro exponente de madurez y de grandeza de espíritu.

Educar para la amabilidad

Educar para la amabilidad es educar para el amor y la paz consigo mismo.
No hay que confundir actos de amabilidad como la amabilidad como actitud y valor, sentido y deseado .Todos podemos ser amables en ocasiones y por diversos y hasta oscuros fines, pero no sería amabilidad plena; sí lo es la referida a una disponiblidad permanente, libremente asumida y ejercida.
Para llegar a cultivar una profunda amabilidad, son convenientes sentimientos positivos como los siguientes:
Afecto: Sentirse aceptado y amado con sus cualidades y defectos. Percibir que sus padres y educadores han escogido amarle y respetarle.
Alegría como hábito: Mostrarse satisfecho de vivir, de amar, de compartir el tiempo con el educando, en una actitud divertida y desdramatizadora. Reír en familia con frecuencia y contagiar la alegría sin reservas.
Confianza: Creer en su capacidad, en su bondad, en sus aptitudes, permitirles que se equivoquen y transmitirles siempre el mensaje de que pueden vencer las dificultades, que seguiremos cerca para ayudarles, que con su esfuerzo e ilusión conseguirán lo que se propongan.
Aceptación: Dejarle ser persona, valorar su singularidad, estimularle a pensar por sí mismo, pero con honradez y respeto a los demás. Recordar las palabras de Kahil Gibran: “Tus hijos no vienen ti ti, sino a través de ti y aunque estén contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienes sus propios pensamientos”.
Seguridad: Manteniendo una actitud definida que permita al educando conocer nuestras reacciones y saber a qué atenerse (para ello es positivo que reconozcamos nuestros propios errores ante él).
Compartir actividades y ser y actuar como un amigo: Compartiendo también dificultades y alegrías.

A modo de conclusión

La amabilidad es la principal cualidad que debe poseer un educador si quiere cultivar un ambiente constructivamente educativo. Un ambiente de serenidad, alegría y familiariadad.
La amabilidad del educador lima las asperezas, hace innecesarios los castigos y se inclina fácilmente al perdón. En este contexto el educando puede manifestarse de manera espontánea, sin temor a ser reprimido, sin dolor ni engaño. La desconfianza, carcoma de la relación educativa, no tiene razón de ser porque la amabilidad del educador la hace imposible.

Diez Mandamientos sobre la Amabilidad

  1. Sonreír siempre, aun sin ganas y a solas para entrenarte.
  2. No decir NO ni a un mandato ni a una súplica.
  3. Evitar al prójimo todos los disgustos posibles.
  4. Mostrarme contento y satisfecho aunque la procesión vaya por dentro.
  5. Esforzarme por ser simpático y más aún a los que me son antipáticos.
  6. Saber mandar bien para ser obedecido con gusto.
  7. Si tengo que reprender, que domine mi genio y después reprenderé.
  8. Hacer agradable mi trato a las personas que conviven conmigo.
  9. Usar formas amables con todo el mundo.
  10. Si me equivoco, reconocerlo.
¿Quieres hacer feliz tu vida y la de los demás?
SI NO TE TOCA HACER LO QUE TE GUSTA, PROCURA APRENDER A QUE TE GUSTE LO QUE TE TOQUE.
Ángel-Dandy

2 comentarios:

Ángel Dandy dijo...

La amabilidad abre todas las puertas en las relaciones humanas. güen provecho!!

Michu dijo...

Me gusta la idea del blog y sobre todo los contenidos.Te sigo