¿Y QUÉ QUIERO, SINO QUE ARDA?
Que arda un mundo donde las naciones civilizadas fabrican
y venden armas
a las naciones no civilizadas...
a las naciones no civilizadas...
Donde mientras unos niños van a la escuela,
otros van a la guerra, a la desnutrición y a la agonía...
otros van a la guerra, a la desnutrición y a la agonía...
Donde la gente trabaja en precario doce horas al día
para ganar un poco de dinero que les permita seguir trabajando...
para ganar un poco de dinero que les permita seguir trabajando...
Donde mueren hombres, mujeres y niños sin haber sabido lo
que era vivir.
Que arda con el fuego purificador de una conciencia
universal de hermandad, una espiritualidad profunda y descarnada,
una apuesta por lo sincero, lo justo, lo bello, lo bueno.
una apuesta por lo sincero, lo justo, lo bello, lo bueno.
Que arda y arda sin merma y sin desánimo, de generación en
generación.
Y para eso, ¿qué puedo hacer yo?
En primer lugar arder.
Un cristiano arde con el fuego de Cristo: leyendo el
Evangelio, meditándolo, emocionándose con él... hasta transformar poco a poco
su corazón (su mente,
sus entrañas) en el corazón de Jesús.
José Luis Cortés
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