¿Cómo vencer la ira y la ansiedad?
La ansiedad, la cólera y la ira son las emociones que más enfermedades psíquicas y físicas pueden producir. Cuando nos dominan, nos olvidamos de toda sensatez. Son los grandes enemigos del equilibrio psicofísico. La ira y la ansiedad se aprenden. Son hábitos que se adquieren observando a los padres, fundamentalmente. La ira representa un fallo en la comunicación humana. Hay quien utiliza la ira para infundir miedo y controlar a los demás. Otros se consideran victimas y la emplean para racionalizar su escasa autoestima y falta de éxitos. Finalmente, la ira puede deberse a un desequilibrio químico.
¿Cómo vencer la ira y la ansiedad? Dando tiempo a que el tálamo (estación de paso de sensaciones y pulsiones) transmita el estado de cólera o ansiedad a la estación de la razón y de la reflexión del cerebro.
Cuando la ira, la cólera o cualquier pulsión tienda a dominarnos, respiremos profundamente, despacio, con lentitud, dando tiempo (contar hasta cien) a que sea la frialdad del cerebro (que piensa y controla) y no el tálamo (caliente e irreflexivo) quien se haga cargo de la situación.
La actitud mental positiva y la armonía psicofísica
A cuanto llevamos dicho deseo añadir algunos principios básicos que, al propiciar de manera directa una actitud mental positiva, indirectamente también contribuyen a que el equilibrio y la armonía física y psicológica del individuo se potencien y mantengan. Ahí van esos principios:
Primera realidad. Los problemas son una parte integral y continua de la experiencia de la vida y lo sensato y práctico es aceptar que la realidad de la vida humana está plagada de dificultades, que los problemas son un componente de la vida y que es absurdo perder el tiempo en lamentaciones. Por eso, las personas sobresalientes y sensatas tienen algo en común, que es no desanimarse y «pasar a la acción», sabiendo que los fracasos ofrecen una información valiosísima para indicarnos con claridad cuáles son los caminos o alternativas que ya no debemos seguir la próxima vez. Hay que convertir los fracasos en aguas útiles y no en señales de rendición», como afirma I.E. Casorla, y determinar con claridad qué debemos hacer cómo, cuándo y con qué medios.
Segunda realidad. Nada tiene una sola cara y por cada punto positivo hay otro negativo, por cada negación, una afirmación compensadora. El universo está regido por una ley natural del equilibrio, equivalente a la ley de compensación de Emerson: «día-noche», «vida-muerte», «calor-frío», «electrones-protones», «macho-hembra»....
Apoyados en esta ley natural de compensación y equilibrio en la que todos estamos inmersos podemos afianzar la confianza en nosotros mismos e incrementar sin medida nuestra fe y esperanza de lograr lo que nos proponemos y tratar de descubrir lo antes posible la compensación positiva de cada situación negativa. El secreto del éxito estaría, por tanto, en maximizar lo positivo de cada situación negativa y conseguir que cada fracaso nos proporcione las semillas de un éxito equivalente.
Tercera realidad. El que aparezca la compensación positiva ante cualquier hecho negativo sólo es cuestión de insistir sin desfallecer; de tiempo y de tesón. Si intento algo 25 veces, quedando invariables los demás factores, las probabilidades de éxito serán más del doble que si lo intento 10 veces. Hay ejemplos vivos de gran tesón y empeño como es el caso de A. Lincoln que estuvo 28 años sin empleo, fracasó en los negocios, padeció una grave crisis nerviosa y cuando se presentó para varios cargos públicos sufrió muchas derrotas. Por fin, ganó las elecciones y fue presidente de EE.UU. De este hombre de férrea voluntad es esta frase: «Si dispusiera de ocho horas para cortar un árbol, me pasaría seis horas afilando el hacha».
Cuarta realidad. Una buena forma de lograr nuestros propósitos es forjarnos una rica y poderosa imagen mental, nítida y clara y sentimos ya como si lo hubiéramos logrado, con la misma euforia y entusiasmo. Según la teoría holográfica del Dr. Pribam, nuestra mente tiene la facultad de alojar imágenes holográficas tridimensionales de aquello que visualiza de forma imaginaria. Las imágenes holográficas estimulan los sentidos y las transforman en equivalentes físicos, en realidades.
Si nuestra mente cree firmemente que algo es cierto, entonces estimula los sentidos para atraer hacia nosotros cuanto sea necesario para convertir la imagen mental en su equivalente realidad física. Acertadamente lo expresó Napoleón Hill con estas palabras: «Si estamos en condiciones para recibir una cosa, ésta aparecerá».
Quinta realidad. Tener siempre nuestra mente abierta a la esperanza sin límites, apoyándonos en los logros obtenidos, en experiencias anteriores que hayan sido positivas. Se trata de creer en nosotros mismos y de sentirnos capaces, puesto que lo hemos sido en otras ocasiones. Si, por el contrario, centramos nuestra atención sólo en las experiencias pasadas que fueron un fracaso, cerraremos al instante la puerta de la esperanza y de la confianza en nosotros mismos, reduciendo en gran medida las posibilidades de éxito.
Sexta realidad. Utilizar siempre el pensamiento alternativo o la costumbre de encontrar nuevos caminos, nuevos recursos, nuevas alternativas cuando surgen los problemas y dificultades; jamás caer en el absurdo de quedarse bloqueado e inactivo, lamentando nuestra incapacidad, desgracia o mala suerte.
Séptima realidad. Tuya es la elección. No hay nada especial que abra las puertas del éxito. El logro de resultados positivos tiene que ver poco con una inteligencia superior o con poseer habilidades especiales. Se trata solamente de pasar a la acción», de «elegir» llevar a la práctica estos hábitos sencillos que las personas de éxito practican cada día. Es el hábito de la autodisciplina, de la responsabilidad y de hacerse cargo de uno mismo, que se hace patente en la acción continuada y esperanzada, lo que produce resultados verdaderamente satisfactorios. Las palabras mágicas son: tesón en la acción inteligente.
Ángel-Dandy