MARÍA, REINA DE LAS COSAS COTIDIANAS
María recibe muchos atributos en las distintas devociones en las que la invocamos (basta recordar las Letanías a Nuestra Madre en el rezo del Rosario para descubrirlo: Reina de la Paz, Reina de las Familias,…).También podemos decir en cierto modo que María es Reina unida a su Hijo Jesucristo, Rey del Universo.
Pero junto a esos títulos (todos ellos importantes), hay un título que, posiblemente pase desapercibido: María, Reina de las cosas cotidianas y es que estamos tan acostumbrados a los grandes acontecimientos en honor de nuestra Madre, que olvidamos algo esencial dentro de nuestra fe, como es el valor de las cosas cotidianas, y también en esto María es Reina, porque:
· No hay que olvidar que la mayoría de los acontecimientos de María ocurrieron, al igual que a su Hijo, en el Hogar de Nazaret.
· Hablar del Hogar de Nazaret es hablar del día a día, del valor de las cosas insignificantes: Cuidar un hijo, aunque fuera el Hijo de Dios, atender a San José, ayudar en el pequeño taller familiar, el trato con las vecinas y familiares, lo mismo que en cualquier hogar nuestro.
· No hay ningún signo especial, ningún milagro en más de treinta años de esa vida oculta.
· Solamente, cuando se une a Cristo en su vida pública de anunciar el Reino de Dios va a tener un lugar destacado (pensemos en las Bodas de Caná, junto a la a Cruz,…) pero hasta ese momento, nada de nada.
Por todo ello, ¿qué nos puede enseñar María como Reina de las cosas cotidianas?
- 1. En primer lugar que nuestro Dios valora el día a día, lo normal, lo corriente, lo insignificante.
- 2. Que no esperemos grandes milagros ni de Jesús ni de María para que aumente nuestra fe.
- 3. Que descubramos también nosotros el valor de las cosas sencillas: Una tarea realizada a favor de alguien, una sonrisa en el trabajo cotidiano, no esperar que llegue una fiesta especial o el fin de semana para creer que solamente en ese momento podemos ser felices, sino al contrario: Es en lo más normal de nuestra vida donde seremos realmente felices, si bien eso no impide disfrutar de las fiestas y de los grandes acontecimientos.
En definitiva, seguiremos con el ritmo normal de la vida, sabiendo que contamos con María como Reina de lo cotidiano; saboreemos intensamente los pequeños placeres diarios (una puesta de sol, un trago de agua fresca, un paseo por el campo o por un parque, una conversación amistosa, un encuentro con los amigos y familiares, etc.) coma origen de nuestra alegría y felicidad y abiertos, cómo no, a los acontecimientos con carácter más extraordinario (el nacimiento de un hijo, una fiesta de barrio o en honor a un santo o en honor de la propia Virgen María,…). Con estos deseos, recibe un abrazo de Paz.
Ángel-Dandy
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