Los cambios necesarios (1ª parte).-
“Todos los cambios, incluso los más deseados, tienen su melancolía, pues lo que dejamos es una parte de nosotros mismos; hay que morir a una vida para entrar en otra”."La persona que se acepta es porque ha decidido convivir con su propia realidad de una manera completa y sin reservas (sean cuales fueren sus imperfecciones y defectos)"Es consciente de que hay varias cosas que no le gusta, pero también sabe que aceptarse no significa necesariamente gustarse. Es el primer paso para cambiar los aspectos menos positivos de nuestra persona""Si aceptamos nuestros fallos y no tratamos de negarlos ni de combatirlos, seremos cada vez más fuertes, y nuestros temores, limitaciones y problemas, cada vez más débiles; la ira, la envidia, los temores, los celos y otros sentimientos negativos irán desapareciendo si los aceptamos con serenidad y les perdemos el respeto. Reconozcamos y aceptemos nuestras limitaciones y temores, pero sin identificarnos con ellos, poniéndonos por encima. Por ejemplo, trata de imaginarte libre de envidia, celos o miedos y compórtate así durante unas horas; verás como te sientes mejor"
Cada cual puede ser como sea capaz de verse a sí mismo
“Somos lo que son nuestros pensamientos. Acéptate a ti mismo y aceptarás a los demás”.
“Yo mismo, en el momento de decir que todo cambia, ya he cambiado” (Séneca).
Hace falta pararse y reflexionar para descubrir y aceptar lo que más nos gusta de nosotros mismos y lo que menos nos gusta.
Yo seré lo que decida ser. Debo trabajar intensamente en la aceptación de mí mismo.
Lo mismo que hemos aprendido una conducta, la podemos desaprender.
El sentido de fugacidad que tiene la existencia humana no tiene que hundirnos en el derrotismo pesimista, sino alentarnos en el optimismo fundamental de que siempre es posible crecer como personas. Podemos crecer en sabiduría y conocimiento; siempre es posible amar un poquito más y hacer más felices a cuantos nos rodean. Nadie puede decir que lo ha hecho todo: El hombre es siempre el mismo, pero nunca lo mismo. Esto supone no etiquetar al prójimo de dejarle anclado en su pasado como si el cambio no fuera posible (no mantener juicios negativos contra los demás: “No te fíes de fulano, lo conocí hace 10 años y te puedo asegurar que es un tramposo”. La frase “No se puede hacer nada” supone cerrar las puertas a la esperanza. Todo ser humano está llamado al perfeccionamiento.
Hay que armarse de objetividad y sinceridad y mantener una animada charla con uno mismo sobre lo que nos gusta o disgusta más de nuestra persona.
Pensemos y actuemos con alegría y nos sentiremos alegres.
Recibe un abrazo de Paz, Ángel-Dandy
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